LA VIOLENCIA SOLO ENGENDRA VIOLENCIA.

EDITORIAL:

Cuando la justicia actúa con firmeza, la sociedad respira un poco más tranquila. El reciente fallo del Tribunal de Sentencia de la Tercera Circunscripción Judicial de Encarnación, que condenó a cinco años de prisión a Francisco Antonio Vera y Alcides Vera Ramírez por el hecho punible de lesión grave, marca un precedente necesario en tiempos donde muchos aún creen que la violencia puede ser una forma de resolver conflictos.

El caso es alarmante. Una simple diferencia en una cancha de fútbol terminó en un acto de brutalidad que dejó a una persona con secuelas irreversibles: traumatismo facial, hundimiento ocular y pérdida parcial de la visión. Según el Código Penal Paraguayo, la lesión grave es considerada un crimen, y en este caso el daño físico y psicológico a la víctima fue incuestionable.

Es imprescindible subrayar que la justicia por mano propia no solo es ilegal, sino profundamente peligrosa. Cuando un ciudadano decide convertirse en juez y verdugo, se rompe el principio de convivencia pacífica y se instala una espiral de violencia que solo conduce a más dolor. El deporte, que debería ser espacio de encuentro y fraternidad, se vio ensuciado por un hecho que hoy nos recuerda que ningún impulso violento está justificado.

Este proceso judicial también deja una lección institucional. Pese a las reiteradas chicanas jurídicas interpuestas por la defensa en un intento de dilatar el juicio, las agentes fiscales Raquel Bordón y Angelina Arriola demostraron tenacidad y profesionalismo. Su trabajo, basado en pruebas contundentes —documentales, testimoniales, periciales y audiovisuales—, logró sostener la acusación hasta alcanzar la condena.

En un país donde la ciudadanía muchas veces pierde la confianza en el sistema judicial, este caso es un ejemplo de que, con compromiso y rigor, la justicia puede imponerse. La sociedad debe reconocer y felicitar el esfuerzo de las fiscales, quienes, con vocación y valentía, supieron resistir las maniobras dilatorias y priorizar lo más importante: la verdad y la justicia para la víctima.

La enseñanza es clara: en una democracia, la justicia debe ser administrada por los tribunales y no en las calles. Todo aquel que crea lo contrario debe saber que, tarde o temprano, las consecuencias de la violencia alcanzan a quienes la ejercen.

También te podría gustar...