CIERRE DEL AÑO ESCOLAR: PADRES AL BORDE DEL COLAPSO FINANCIERO.

Padres al borde del colapso financiero: clausuras escolares, el nuevo “Black Friday” de las instituciones educativas

Proyectos, maquetas, carpetas creativas, disfraces, entradas para bailes y hasta recuerditos “obligatorios”: llegó la época más temida por los padres, sí, la temporada de clausuras escolares, ese festival donde el bolsillo llora y el MEC mira para otro lado.

“Mandé a mi hija a una escuela pública porque no tengo plata, pero parece que me anoté en un colegio suizo con plan de pago mensual”, se quejó Liz M., mamá de una nena de Ypané, mientras calculaba si vender su riñón o el aire acondicionado para costear la maqueta del “Proyecto Ñe’ery”.

Según los papás, los “pecheos” van desde G. 20.000 hasta más de G. 100.000, y no paran: “Proyecto salud”, “Plan Sumar”, “Educación Física”, “baile de clausura”, y así, hasta que uno termina haciendo un Excel para controlar los gastos escolares.

“Cuando tenés dos hijos o más ya tenés que elegir entre pagar la maqueta o almorzar”, soltó otra mamá con la mirada perdida entre brillantina y cartulina.

Competencia nivel Miss Carpeta Creativa

Desde primer grado ya se vive una guerra fría de creatividad: carpetas con luces LED, portanombres en 3D, recuerditos personalizados y todo eso que “vale puntos”. Porque claro, si el chico hace su carpeta a mano, el profe le baja puntos “por estética”. “Todo hay que mandar hacer en la librería de enfrente. Plata je’u memete”, lanzó otra madre, ya resignada.

Y ojo: si alguien osa quejarse, enseguida “le marcan al hijo”, cual telenovela mexicana versión aula.

Clausura fashion week

En San Lorenzo, el Colegio Nacional Agustín Fernando de Pinedo subió la apuesta: para la feria pedagógica pidieron disfraces navideños estilo duende sexy, con vestidito rojo corto y escote incluido.

“Nos quieren convertir la clausura en una pasarela de Navidad hot”, protestaron varios padres, entre indignados y con risa nerviosa.

Además, como siempre, vale puntos. Así que a pagar nomás, porque si no tu hija reprueba por no tener el escote reglamentario.

“La educación se convirtió en un negocio”

Desde Ñemby, otra mamá tiró la posta: “Desde el Día de la Primavera no paramos de gastar. Olimpiadas, proyectos, clausuras, y si no participás, te bajan puntos. La educación se convirtió en un negocio”, lamentó Paola P.

Encima, hay que pagar entrada para ver a tu propio hijo bailar, sin saber a dónde va toda esa plata.

Y como broche de oro, la “fiesta de colación” para los más chiquitos: salón, torta, cotillón, moñito, foto profesional y el infaltable sobrecito “colaborativo”.

Conclusión: la educación pública ya no se mide en saberes, sino en quién tiene la maqueta más grande y el disfraz más caro.

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